sábado, 26 de mayo de 2007

...


Si me preguntan por qué, realmente no lo sé. No sé ni cómo ni cuándo.


Pero ella estaba allí, mirándome con los ojos cerrados, soñando conmigo, y pensando que me diría al despertar.


Usaba su brazo de almohada y su pelo se extendía sobre el colchón como un abanico dorado. Su vestimenta se limitaba a una sábana inmaculada que dibujaba su silueta mejor que cualquier vestido, por más costoso que sea.


Lloró, lo sé, su maquillaje lo dejó escrito en esos hermosos pómulos.


Sé que podría observarla por horas y días, con la certeza de que permanecería inmóvil.


Rodear la cama sería como ver el secreto de ese retrato tieso, como un lienzo, una pintura, comprendería esa quietud que absolutamente nada puede alterar.


Ella sigue allí, rígida y relajada. Ella sigue allí, y allí seguirá.


Y yo seguiré aquí, contemplando su belleza y su corazón, el que sostengo con fuerza y ternura desde ese momento...


Si me preguntan por qué, realmente no lo sé... Pero hay algo que sí se... Este... Fue un crimen perfecto.

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